Pero todo eso debería ser después de terminar con mi actividad en en la República Checa en un sitio bastante alejado de Praga donde me queda la embajada mas cercana.
Volver a Venezuela no hubiese sido complicado, el problema era salir nuevamente ya que la nueva burocracia Venezolana ha hecho que el trámite del pasaporte sea complicado y poco flexible. La tristeza y la impotencia, el no saber cuanto tiempo estaría afuera sin poder ver a mi familia no me dejó dormir y no me tenia muy lúcido para mis decisiones en el trabajo y al otro lado del Atlántico la situación era la misma, fue una semana muy dura emocionalmente para todos. La impotencia y la compleja burocracia para obtener un nuevo pasaporte en Venezuela nos ponía en peor situación. Los nuevos sistema en línea para tramitación de pasaporte no tienen la opción de solicitar nuevo por pérdida, y en las oficinas no hay nadie capaz de dar una respuesta sobro los pasos a seguir. Tanto en Venezuela como el los consulados la indicaciones son poco claras y contradictorias. Una buena cantidad de "gestores" ofrecen sus soluciones a precios que varían entre lo ridículo y obsceno, y cada uno con un cuento o una historia diferente.
Antes de salir a Chéquia, busqué el pasaporte en todas partes (bueno en casi todas) y no lo encontré. El trámite para obtener un nuevo pasaporte es ir a la policía local, hacer una denuncia y con la denuncia ir a la oficina consular para tramitar otro pasaporte. Pero eso solo podría ser el viernes en Bruselas ya que en Chequia me sería muy difícil.
Decidí no hacer la denuncia en la policía para esperar y ver si lo encontraba el viernes a mi regreso a Bruselas.
A mi llegada Bruselas decidí hacer un cateo al estilo policial del apartamento, comenzando por el cuarto, sacar la ropa de cama, revisar debajo de la cama y el colchón, en cada gaveta, los bolsillos de las camisas y los pantalones, en los bolsillos de las maletas y maletines. Luego en la sala, cada papel del escritorio, los cojines de las sillas y butacas, debajo de ellas, detrás de las mesas, y nada, no aparecía!
Ya no me quedaba donde buscar, estaba cansado y con hambre así que decidí preparar algo de comer y luego llamar a Caracas para decir que no viajaría, me quedaría para hacer los trámites en el consulado. Pues al abrir la despensa para buscar un paquete de pasta, allí estaba, junto a los espaguettis y el arroz, mi flamante pasaporte de la República Bolivariana de Venezuela estaba a buen resguardo bailando cha cha cha, como decía la canción del "bodeguero" muy popular en mi infancia, entre frijoles, papas y arroz!, toma chocolate, paga lo que debes...
Así que hoy felizmente escribo esto desde el escritorio en el estudio de mi casa, ya estoy aquí junto a mi familia. Ahora es cuestión de investigar como es que el pasaporte llegó a parar allí.